Sois muchos los que estáis esperando esta entrada después de que ayer hace dos tres cinco muchos días publicara la primera parte, con las fotos y el listado de todos los regalos que han tenido Marcela y Bruno esta Navidad. Ahora sé que no debí hacerlo así. Lo de publicar esa entrada antes, me refiero. Cometí un error de novata. Lo inteligente y quizá el orden lógico habría sido publicar primero un post con mis malsabores y mis percepciones, con los aciertos y las metidas de pata, con mis decisiones y sus porqués, con las conclusiones… y quizá hasta con justificaciones, y después publicar las fotos y el listado. Y es que no nos engañemos, el orden de los factores sí que altera el resultado.
Varias veces he tenido con mis amigos y amigas «discusiones» – entendiéndose como intercambio de opiniones, como debate, no como disputa – sobre la conveniencia o no de colmar a los niños con regalos tanto en Papá Nöel como en los Reyes Magos. Y como en todos sitios, entre mis amigos hay opiniones para todos los gustos. Ni mejores ni peores, sólo diferentes. Lo mejor de estas discusiones es lo enriquecedoras que son, cómo nos hacen comprender otros puntos de vista, percatarnos de ciertas ideas y tener en cuenta determinados elementos que por nosotros mismos, por principios o por radicalismos idearios, no somos capaces.
((Y a partir de aquí es donde me quedé estancada, haciendo mil y un cambios en el texto en diferentes días))
Pero no es de esto de lo que quiero hablar aquí. Para cualquiera es obvio – y para mí más, que no sabéis el sitio que ocupan – que mis hijos han tenido muchos regalos, puede que demasiados, llegando quizá a rozar lo contraproducente en su educación. Y digo quizá porque sobre esto tengo mis dudas, imagino que a nadie se le escapa que la educación son 365 días al año, aunque todo suma y… blablabla…
Si el día de Reyes yo tenía mal sabor de boca era porque se cruzaron varios factores, empezando por la mala costumbre práctica de repartir los regalos más deseados entre la familia, para que sea en casa de otros donde mis hijos reciban los juguetes más guays, los que más ilusión les hace, los más molones para ellos. De esta forma, cuando llega el momento de organizar el tema, veo que para casa quedan las sobras, las cosas pequeñas, las que no han pedido; serán seguramente las más prácticas y útiles, incluso las más didácticas, que esas siempre caen en casa, pero no olvidemos que son niños y que la ilusión con la que se levantan a primera hora de la mañana y se dirigen al árbol se debe a que esperan encontrar el juguete más molón de los existentes sobre la faz de la Tierra, ese que llevan esperando desde tiempos inmemoriales. Y no está.
También tengo la manía – desde ya en desuso – de que cualquier cosa que tres meses antes queramos comprarles, bien por gusto o bien por necesidad, la dejamos para Papá Nöel y Reyes, llámese pijama o ratón para el ordenador. Y si encima sacamos regalos que llevan guardados y empaquetados un año, algunos incluso no comprados en principio para ellos, ¿no van a juntarse con tropecientas cosas bajo el árbol? Pero ¿cuántas de estas cosas son juguetes-juguetes, es decir juguetes-trasto? En fin, que no sólo se juntan con tal cantidad de regalos que acaban aturdidos, es que encima de estos les molan uno o ninguno (y con molar me refiero más bien a que les haga mucha ilusión, a que lo deseen realmente, sobre todo en el caso de Marcela, que se entera más. Todos los regalos les gustan, faltaría, pero no es lo mismo que te guste que que lo desees y saltes de emoción al verlo).
Y luego están los libros y los puzzles, que son fijos tanto en Papá Nöel como en Reyes; de unos y de otros tienen muchísimos y me encanta que así sea, me chiflan y a ellos también, y como básicos imprescindibles que son, tienen para todos los gustos y colores repartidos por varios sitios de nuestra casa. Y casi lo mismo ocurre con los juegos didácticos (los de verdad). Así que por lo dicho, para mí estos no contabilizan a la hora de pensar y organizar el tema regalos; tienen muchos pero no me duele que tengan más. Por ejemplo, me ha gustado mucho la máxima de Marta, de Diario de algo especial, respecto a los Reyes de sus hijas en casa: un regalo por Rey, por lo que cada una recibe tres regalos en casa el día de Reyes. Casi seguro que la copiaré y nos ceñiremos a los tres regalos que cada uno de mis hijos – orientados por nosotros – pida. Pero ni me engaño ni engaño a nadie, también tendrán libros, puzzles y seguramente algún juego educativo. Sumad bultos regalos finales.
Pero lo que realmente me fastidió fue no hacer determinados regalos que tenía anotados en las muchas listas que me hice con bastante antelación, incluida la definitiva.
- Bruno no tuvo su escoba y recogedor. Primero porque mi conciencia me decía que ya había demasiados regalos; segundo porque cuando la tarde del día 5 mi conciencia se durmió, no tuve tiempo material para ir a comprarlo. Finalmente esos demasiados regalos se quedaron en dos puzzles. Y esto es algo que realmente no me gustó nada; me dolió. Tendría que haber reservado para Reyes algunos de los juguetes que saqué para Papá Nöel.
- Bruno tampoco recibió su cesto de los tesoros, y eso que era mi regalo preferido. Me parecía tan fácil hacerlo que ni me molesté en hacerme una pequeña lista y acercarme a un «Todo 100», así que llegó el momento de poner los regalos bajo en árbol y fue cuando caí en la cuenta. Ahora tengo pendiente hacérselo.
- Marcela hubo dos cosas que no tuvo y que seguramente eran las más importantes, pero es lo que tiene dejar para última hora lo que se puede hacer en casa en cualquier momento – momento que nunca llega -. Por problemas de conexión a ultimísima hora no recibió un regalo azul de Unicef, y tampoco recibió una carta de los Reyes Magos dirigida a ella, o a los dos, aunque esto por problemas de inspiración y cansancio materno a las 04.00 h. de la noche de Reyes.
Así que ya veis, tuvieron un montón de regalos, con muchos juguetes y mucho de todo, pero en casa precisamente es donde menos nos preocupamos de darles el gusto con cosas molonas (y cuando digo molonas me refiero a que a ellos se lo parezca), sobre todo en Reyes. Y vale que Bruno aún no se entera y que le da igual uno que ochenta, pero Marcela sí se da cuenta, de lo suyo y de lo de su hermano.
Vamos, resumiendo, que he cambiado el chip en varias cosas y el año que viene será diferente:
a. Al menos uno de los regalos molones se queda en casa. Y si es el más molón de todos pues mejor.
b. Menos regalos pero más molones. Los regalos oportunistas y para rellenar quedan fuera.
c. En casa, los regalos más molones los traerán los Reyes. Un regalo por Rey Mago más libros, puzzles y juegos educativos.
d. Papá Nöel traerá detallitos y a lo sumo un juguete
molón. Los regalos de la familia pues según cuándo nos juntemos.
Y así acabo este post, que sólo algunas sabéis lo que me ha costado escribir, lo que se me había atragantado y lo que difiere de lo que en un principio quería explicar; pero es que la inspiración aparece cuando menos puedes cazarla y se esfuma en los momentos clave.
Y total, para que luego acabe entreteniéndose con unos prismáticos hechos en casa en cinco minutos con tubos de papel higiénico y celo estampado |
17 Comentarios
La madre del monillo
25 enero, 2013 at 13:50Bien por tí y por terminar el post, pero como sabes que soy sincera, he de decir que me gustan tus arguementos y como lo razonas, pero para mi sigue siendo excesivo aunque nunca se sabe.
Otro truco para la famlia, unificar, mis cuñados entre todos hacemos un regalo super molón y se deja en casa de la abuela y ese es el regalo uno por cada parte de familia y no tropeciento…
Besos y animo
golosi
27 enero, 2013 at 21:49Pues mira guapa, cuanto más te leo y más lo pienso, más me gusta la idea de unificar regalos. Realmente mis dos hijos tienen muchísimos juguetes (Bruno va heredando los de Marcela, así que…) y no hay necesidad real de que cada familiar les haga un regalo individual. Y oye, que así igual no desechamos la idea de un juguete caro sólo por el precio, no?
Pues nada amiga, muchísimas gracias, por estar ahí y, sobre todo, por tu sinceridad (no esperaba menos)
La madre del monillo
28 enero, 2013 at 10:31PUes os prometo que funciona, primero no nos gastamos todos un pastizal,porque ponemos un limite por ejemplo 60-70 euros por niño, y el regalo lo compra la madre de la criatura o uno de los tios, la condición se pone en casa de la abuela en el arbol, y yo tengo la misma filosofia con la familia de mi parte.
MOnillo este año tuvo sus 4 regalos pedidos: en casa su soñado Mac de cars a cambio del chupete. Donde la abuela el colectivo de sus tios un aeropuerto de imaginarium, y por parte de mis padres como no queria nada muy caro le trajeron un patinete y un juego de glof de plsatico.
Y luego otro sistema que aplicamos por parte de mi padre, es que somos pocos de familia y entre todos hacemos amigo invisible con un minimo y un tope y los hijos a partir de 18 años participan y así todos tenemos regalos…
Bergeronnette
26 enero, 2013 at 22:12Muy bien expuesto. La idea de Peinetas también está bien, para aquellos que tienen mucha familia.
Los regalos molones y que son los que ellos quieren/han pedido siempre en casa, porque es donde más ilusión hacen.
Los tíos, abuelos, primos, etc, si tenéis muchos, me gusta la idea de Peinetas; si hay malos rollos familiares, hacer una lista de un solo regalo por persona: puzzles, libros, un traje para la muñeca. Algo educativo, y no excesivamente caro.
Y si después de todo, nos encontramos con muchos regalos, la cosa es simple, tras abrirlos, y ver que los dejan abandonados a los cinco minutos, o no abrirlos pero sabiendo que es, recogerlos e ir sacándolos poco a poco, repartidos en varios meses. O si se han olvidado, o no los han abierto para el cumple o el santo.
Nosotras tenemos unas cuantas muñecas y juguetes metidos en una bolsa, y cuando se cansen de las que tienen por fuera, haremos un cambio. Serán la novedad del momento, y jugaran con esos juguetes con la misma ilusión que si fueran nuevos. (que realmente lo son)
golosi
27 enero, 2013 at 21:53Pues sí Marta, que tenéis toda la razón del mundo, al menos para mí. No sé si el año que viene lo haré como ahora pienso o si volverá a ocurrir lo de este año (uff, espero que no); lo que sé es que recurriré a este post y vuestros comentarios, jeje.
Gracias guapa!
Ah! Se me pasó avisarte de la mención, aunque has sido rápida 😉
Bergeronnette
28 enero, 2013 at 10:05Te tengo en mi blogroll, y en cuanto me salta el aviso, intento leer. Gracias por la mención, por cierto.
Muacs!
RA PE
27 enero, 2013 at 00:24N x muchas vueltas q le demos al tema siempre habra quien opibe lo contrario…. Asi que tu sigue haciendolo asi exponiendo y argumentado pero.sobretodo compartiendo.tu vida sensaciones y experiencias con nosotras todas aprendemos algo q en definitva es d lo q se trata…. Un beso
golosi
27 enero, 2013 at 21:55Muchísimas gracias por tu apoyo en esta aventura. Ya hemos hablado de esto este finde 😉
Patch
27 enero, 2013 at 21:55Me han flipado los prismáticos. Creo que soy como los niños, me leo la parrafada y me quedo solo con las cosas bonitas Yo este año en Reyes me he librado pero en cuanto crezca la heredera me apunto tus consejos 😉
golosi
27 enero, 2013 at 23:40Pues nada más fácil que lo de los prismáticos; me sorprendí a mí misma, porque fue pensado y hecho, jeje.
Gracias por pasarte y comentar
chispuncita@hotmail.com
28 enero, 2013 at 08:19Es un tema muy complicado y ser equitativo, práctico y no demasiado exagerado está difícil, no se puede controlar todo.
En Papá Noel, mejor, lo controlo más, pero en Reyes la cosa se complica, el año que viene ,hay muchos sobrinos en la familia, ya veremos si nos organizamos de otra manera, ponerse de acuerdo con toda la familia, es casi tan complicado como lo de encontrar el equilibrio, jejejeje!!
Un besote hermosa
golosi
29 enero, 2013 at 08:58Qué razón tienes Vanina, jeje. Nosotos sólo tenemos una sobrina, así que por ahí no hay problema, aunque bueno, también regalamos a los hijos de mis amigas guetiles, que son como mis sobris y contando a mis hijos ya son 9.
Gracias por tu coment, guapa.
De puntadas y otros enredos...
28 enero, 2013 at 10:28Te entiendo perfectamente y comparto casi todo lo que piensas. A nosotros también nos pasa que la familia se "pelea" por tener el regalo más molón, el más deseado, y claro, aparte de que contentar a todos por igual es difícil, también mola que el mejor (y no me refiero a precio) lo abran en casa, nada más levantarse. Es un dilema complicado.
Bueno maja, me ha encantado tu post, y aunque te haya costado mucho escribirlo, pienso que te ha quedado muy bien.
Y de cualquier manera, tú siempre ten en cuenta que, quién es nadie para decidir por ti cuántos regalos son los correctos.
Un besillo Golosita!
De puntadas y otros enredos...
28 enero, 2013 at 10:29Guapi, soy Bárbara, se me ha publicado el comentario con el perfil del otro blog, esto de tener personalidad múltiple me mata… 😉
golosi
29 enero, 2013 at 09:00No sabes lo que agradezco tu respuesta y lo correcta y oportuna que me parece. Eres un amor.
Y ya queda nada para vernos, jeje.
Ah! ya sabía que eras tú, por quién me has tomado? 😉
Nu
30 enero, 2013 at 20:35Querida Golosi, que decirte que no te haya dicho ya este finde. Que entiendo perfectamente tu mal sabor de boca, que siempre habrá alguien que este en desacuerdo con lo que escribes, pero que tu sigas así que lo haces muy bien.
Te quiero!!!
golosi
31 enero, 2013 at 08:39Gracias reina, nadie como vosotras para animarme con el blog